El Acuerdo Nuclear Preliminar con Irán: apaciguando al enemigo (In spanish)
El interés de Irán por las armas nucleares es preocupante. ¿Será el nuevo acuerdo capaz de controlarlo?
La proliferación nuclear ha regresado como un dilema importante para el mundo, particularmente en el contexto del Plan de Acción Conjunta —nombre oficial del llamado Acuerdo Nuclear Preliminar— entre Irán y el P5+1, formado por los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania. A simple vista, este parece ser un gran logro: Irán acepta congelar elementos clave de su proyecto nuclear a cambio del alivio de varias sanciones económicas. Supuestamente, el mundo sale ganando. La proliferación se detiene en una de las zonas más peligrosas: el Medio Oriente. Sin embargo, un análisis más profundo nos lleva a la conclusión de que este acuerdo no va a tener la capacidad para detener el programa nuclear de Irán; de hecho, podría acelerarlo.
El presidente iraní, Hasán Ruhaní, ha expresado en varias ocasiones que el programa nuclear de Irán tiene fines pacíficos: los reactores son para la generación de electricidad y para el sector salud, por ejemplo, para el tratamiento radiológico del cáncer. Irán tiene la tercera reserva de petróleo más grande del mundo y es el tercer exportador más importante. Es difícil entender entonces cómo puede verse en la necesidad de desarrollar un plan de energía nuclear.
Pero más allá de la obviedad de este argumento, el acuerdo es incapaz de controlar ninguno de los diversos aspectos de la proliferación de armas nucleares, especialmente en el caso de Irán. Hay tres fases para la elaboración de un arma nuclear: la primera consiste en el enriquecimiento del uranio; la segunda se conoce como la “militarización del uranio enriquecido” o, en otras palabras, la colocación del material en cabezas nucleares; la tercera etapa es la colocación de la cabeza nuclear sobre un misil que puede ser lanzado contra objetivos militares y civiles. Durante la Guerra Fría, los procesos de negociación de tratados para limitar los programas nucleares de las dos superpotencias fueron tan complicados porque tenían que tomar en cuenta los tres componentes de un programa nuclear. El Acuerdo Preliminar no controla el desarrollo de Irán de misiles de mayor precisión y alcance ni su capacidad para militarizar el uranio, y su control sobre el proceso de enriquecimiento es, a lo mucho, moderado y vago. Parece que los negociadores occidentales se han olvidado de las lecciones de la Guerra Fría sobre cómo negociar un tratado de limitación y no proliferación de armas nucleares. Lo único que el acuerdo establece es que Irán debe reducir el número de centrifugadoras empleadas para el enriquecimiento; no obstante, no estipula la cifra exacta. Asimismo, de manera voluntaria, tiene que diluir la mitad de su uranio ya enriquecido, y no podrá producir más. Así pues, la probabilidad de que al acuerdo falle en controlar el programa nuclear de Irán es muy alta.
Además, no hay ninguna razón para esperar que Irán respete el acuerdo tentativo, aunque resulte muy favorable para ellos, pues en repetidas ocasiones ha negado la entrada a inspectores de la onu, entorpeciendo los controles y negando el acceso a sitios nucleares clave. Por ejemplo, en agosto del año pasado rechazó las peticiones del Organismo Internacional de Energía Atómica para inspeccionar la base militar Parchin, donde se sospecha que se desarrollan armas nucleares. Esto demuestra los intentos de ofuscación y la franca deshonestidad del Gobierno iraní. Además, los miembros del Consejo de Seguridad y Alemania están tratando de negociar con un país que se considera en perpetua guerra con Occidente. En mayo de 2014 el líder supremo iraní, Alí Jamenei, declaró que la yihad no se detendrá hasta que se erradique a los opresores liderados por Estados Unidos.
No todo el mundo subestima la amenaza que representa Irán, país que ha declarado en numerosas ocasiones su deseo de eliminar a Israel “del mapa”. Además, Irán apoya a reconocidas organizaciones terroristas como Hezbollah, y es el aliado de Bashar al-Asad, presidente de Siria. Por todo esto, Israel muestra un total rechazo hacia el acuerdo tentativo en su forma actual. Pero no solamente Israel ha mostrado preocupación: Arabia Saudita y los otros países del Golfo Pérsico también han manifestado abiertamente su inquietud respecto al acuerdo. Y con el debido respeto que merecen los negociadores del P5+1, si alguien conoce a los iraníes son sus vecinos. Lo más irónico de todo es que Rusia, uno de los países encargados de vigilar el programa nuclear de Irán, es el que le ha proporcionado la tecnología nuclear.
Al ablandar las sanciones se estará facilitando el acceso a Irán a divisas internacionales como el dólar y el euro, que pueden ser usadas para acelerar su programa nuclear. Parecería que a los negociadores de Occidente les falta conocimiento respecto al proceso de producción y despliegue de armas nucleares. En lugar de un mundo más seguro lo único que podemos esperar es un mundo con más proliferación nuclear, por lo menos en el Medio Oriente.